Últimamente, en nuestra empresa, estamos aconsejando a nuestros pacientes amputados usar pies de acumulación de energía de alta gama, como el Triton® de Ottobock®, y hemos observados que la aceptación y adaptación de las prótesis es infinitamente mejor que con pies convencionales o pies acumuladores de baja gama. Y cuando digo esto, no me refiero a las propias virtudes de los pies de alta gama, que es obvio, sino al efecto que éste produce sobre la cuenca de recepción del muñón en momentos de transferencia de carga.
Estamos acostumbrados a leer sobre este tipo de pie, sus magníficas cualidades en el deporte, en la posibilidad de nuevas actividades o en el ahorro energético, que se configuran con la actividad y peso e incluso dan la posibilidad de añadir mecanismos de vacío para el encaje o incluso se pueden sumergir en agua. Todo esto lo damos por hecho, pero ¿que pasa con la transferencia de carga? ¿dónde va la energía de respuesta? ¿se comportan igual en carrera que en una marcha normal?.
El efecto ballesta propio de los materiales flexibles y elásticos en momentos de carrera o salto ejercen un momento de reacción, frente al de acción, que es capaz de convertirse en momentos de inercia que aumentan la velocidad o la fuerza, para esto fueron diseñados. Toda la energía, que es capaz de deformar el material, vuelve en forma de impulso en dirección a la línea de progresión cuando el apoyo es monopodal en carrera y en momento de inercia del cuerpo, ¿pero qué ocurre cuando la velocidad es baja y bipodal?
Un pie humano en fase media y en busca del despegue seencuentra ligeramente en flexión dorsal para ayudar al avance de la rodilla que también en ese momento empieza su momento flexor; sin embargo, un pie protésico con cierta rigidez hace el efecto contrario bloqueando la flexión dorsal de éste e impidiendo la flexión de rodilla, que debe compensarse elevando la cadera. Sería el mismo efecto que si bloqueáramos la tibioastragalina con un Walker. Un pie flexible permite y emula más naturalmente este momento con lo que se evita sobreelevar la prótesis por la elevación de la cadera.
¿Y por qué es importante esto? Pues porque la fase de balanceo, y por tanto la suspensión, se alarga en el tiempo con pies rígidos y por consiguiente el indeseable pistoneo del muñón en el encaje también aumenta, esto hace que el muñón salga más. Este efecto hace que también el momento de entrada y transferencia se complique en el comienzo de la carga cuando el muñón empieza a ejercer presión sobre el encaje, y a medida que entra más en el encaje, éste empieza a encontrar resistencia y se deforma, expansionándose y aumentando la fricción. Este es el cambio que mas nos ha impresionado. Los roces típicos en zonas óseas disminuye y las molestias propias de las líneas de corte mejoran.
La principal virtud de un pie de alta gama está en que en su fabricación se intenta aproximar la máxima flexibilidad del material a la relación de peso/fuerza que va a recibir, con lo que el paciente podrá deformar éste sin llegar a la fatiga del material permitiendo cierta flexión dorsal. Esto no ocurre con pies seriados, y aunque de carbono, imposibles de flexionar por el paciente que podemos encontrar en algunas casas comerciales.
También hemos observado que en momentos de equilibrio en bipedestación, cuando el centro de gravedad va oscilando entre una pierna y otra, los picos de presión sobre plataforma dinamométrica son menores que con pies convencionales, con lo que este tipo de pie hace más cómodo los momentos de quietud y descanso que hacen los pacientes.